El pasado 1 de febrero salió el último Rolls-Royce Phantom VII de la fábrica de Goodwood. Y ha sido bajo un pedido muy especial, de uno de los principales coleccionistas de la marca británica.
La séptima generación del Rolls-Royce Phantom simboliza como ninguno la majestuosidad que caracteriza a los automóviles de lujo. Este modelo en concreto, está personalizado con numerosos motivos de inspiración náutica.
Este lujoso sedán llega con la una mayor distancia entre ejes y un elegante acabado en color Blue Velvet, que contrasta con las rayas plateadas, que recorren los laterales del vehículo. En cuanto a los neumáticos, están decorados con un contorno blanco, muy parecido al que lucían los anteriores Phantom.
Se trata sin duda de un automóvil único, que presenta en su interior un detallado trabajo de estilo art decó, que ilustra un espectacular transatlántico de los años 30. El salpicadero incorpora también varias molduras talladas con grabados marítimos, así como dos relojes, que evocan el diseño de los clásicos radio relojes que llevaban los buques.
Uno de ellos lleva 24 zonas horarias y puede ser rotado, para que los ocupantes pueden saber a cada instante la hora qué es, en su ciudad preferida. El Phantom VII luce también en el habitáculo una delicada alfombra de lana de cordero.
Si echamos un vistazo bajo el capó, nos vamos a encontrar con un poderoso motor V12 atmosférico de 6.75 litros, que entrega 453 caballos de potencia y 720 Nm de par. Esta unidad de batalla larga, es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 240 km/h, acelerando de 0 a 100 km/h en 6.2 segundos.
Lo que no sabemos, es cuánto le costará este impresionante Rolls-Royce Phantom VII a su propietario, aunque difícilmente bajará de siete cifras. El final de la séptima versión de este exclusivo automóvil, dará paso a un nuevo modelo que estará llegando para el 2018. Por ahora lo único que sabemos, es que se está llevando con el máximo secreto bajo el nombre de Proyecto Cullinan.