El Omega Speedmaster, conocido como el «Moonwatch», no solo es un reloj icónico por su diseño, sino también por su increíble historia, ya que fue el elegido por la NASA para acompañar a los astronautas en la misión Apolo 11 y ser el primer reloj en llegar a la Luna en 1969. Pero su camino hasta ese momento fue arduo, pasando por pruebas extremas que otros relojes no pudieron superar.
En los años 60, la NASA decidió que sus astronautas necesitarían un reloj que fuera lo suficientemente resistente como para enfrentar las condiciones extremas del espacio. Así que buscaron en el mercado modelos comerciales y pidieron varias unidades de distintas marcas para someterlas a pruebas rigurosas. Entre los candidatos estaban modelos de Omega, Rolex y Longines-Wittnauer, marcas que ya eran reconocidas en la alta relojería.
Las pruebas de la NASA
El objetivo de la NASA era encontrar un reloj que no solo fuera preciso, sino que pudiera soportar las duras condiciones del espacio y las misiones lunares. Las pruebas que se realizaron incluyeron:
- Altas temperaturas: Los relojes se sometieron a temperaturas de hasta 93 °C para comprobar si podían resistir el calor extremo.
- Bajas temperaturas: También se expusieron a temperaturas de hasta -18 °C, simulando las frías condiciones en el espacio.
- Choque: Se aplicaron choques físicos de hasta 40 Gs para evaluar la durabilidad del mecanismo bajo condiciones de impacto.
- Descompresión: Los relojes se colocaron en condiciones de casi vacío durante 90 minutos, simulando la falta de presión atmosférica.
- Resistencia al polvo: Fueron expuestos a polvo fino, una prueba clave para saber si los relojes podían funcionar en la superficie lunar.
- Vibración: Se sometieron a vibraciones que simulaban el lanzamiento de un cohete y los movimientos que experimentan los astronautas en el espacio.
- Humedad: Los relojes pasaron por pruebas de alta humedad para verificar si eran capaces de resistir el sudor o la condensación.
- Resistencia a campos magnéticos: Se evaluó si los mecanismos se veían afectados por campos magnéticos que podrían alterar su precisión.
De todas las marcas probadas, solo el Omega Speedmaster salió victorioso, manteniendo su precisión y funcionamiento intactos tras las duras pruebas. Marcas como Rolex y Longines-Wittnauer no pudieron superar todas las pruebas; sus relojes fallaron debido a problemas con los mecanismos, cristales rotos o desajustes en las temperaturas extremas.
Por qué fue elegido el Speedmaster
El Omega Speedmaster se destacó no solo por su resistencia, sino también por su fiabilidad y precisión como cronógrafo. Además, su diseño con una esfera clara y de fácil lectura lo hacía ideal para los astronautas que, en medio de operaciones críticas, necesitaban un reloj que fuera legible de un solo vistazo. El Speedmaster también contaba con un cristal hesalite, que no se rompía en fragmentos pequeños en caso de impacto, lo cual era un factor clave en el espacio, ya que los fragmentos podrían haber flotado en gravedad cero.
El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin llevaron consigo el Omega Speedmaster a la Luna. De hecho, Aldrin fue quien lo utilizó en la superficie lunar, mientras que Armstrong dejó el suyo en el módulo lunar como respaldo al sistema de cronometraje del módulo.
¿Qué significa el Omega Speedmaster hoy en día?
El Speedmaster no solo es un reloj de lujo, sino que simboliza la capacidad humana de superar desafíos inimaginables. Conocido como «el reloj de la Luna», ha pasado a ser un ícono entre coleccionistas y entusiastas de la relojería. Además, Omega sigue produciendo versiones del Speedmaster que rinden homenaje al modelo original, manteniendo sus líneas clásicas y características que lo hicieron famoso.
Hoy en día, el Omega Speedmaster representa el vínculo entre la exploración espacial y la precisión técnica, recordando a quienes lo usan que fue una herramienta esencial en uno de los logros más grandes de la humanidad. Es más que un reloj: es una pieza de historia.