Una de las complejidades de alta relojería más habituales es la del calendario perpetuo que permite no tener que tocar el calendario nunca ya que detecta automáticamente los meses de 28, 29, 30 y 31 días.
Desafortunadamente son perpetuos hasta el año 2.100 que es en donde todos tendrán que pasar por el relojero para hacer un pequeño ajuste.
Para entender por qué los calendarios perpetuos deben ajustarse en 2100, primero debemos repasar cómo funcionan los años bisiestos:
- Regla Básica: Normalmente, un año es bisiesto si es divisible por 4. Esto añade un día adicional (29 de febrero) al calendario.
- Excepción de los Siglos: Los años que terminan en «00» (años de siglo) no son bisiestos a menos que sean divisibles por 400.
El Problema del año 2100
- Años de Siglo: Según la regla anterior, los años que son múltiplos de 100 no son bisiestos (por ejemplo, 1700, 1800, 1900).
- Excepción a la Regla: Pero si el año es divisible por 400, sí es bisiesto (por ejemplo, 1600, 2000).
El año 2100 no es divisible por 400, por lo que no será un año bisiesto. Esto significa que febrero de 2100 tendrá solo 28 días, en lugar de 29.
Limitaciones de los calendarios perpetuos
Los calendarios perpetuos mecánicos están diseñados para seguir la regla básica de los años bisiestos (divisibles por 4) y la excepción de los siglos, pero no todos tienen la capacidad de manejar la regla adicional de los años divisibles por 400. La complejidad añadida para implementar esta tercera regla en un mecanismo de relojería es considerable, y muchos relojes perpetuos no la incluyen.
Ajuste manual en 2100
Debido a esta limitación, en el año 2100, los calendarios perpetuos que no incorporan la regla de los 400 años mostrarán incorrectamente el 29 de febrero. Por lo tanto, se requiere un ajuste manual para corregir la fecha y evitar el error.
El ajuste necesario en el año 2100 para los calendarios perpetuos muestra la increíble complejidad de la relojería mecánica. A pesar de su nombre, incluso los calendarios «perpetuos» tienen sus límites cuando se enfrentan a las excepciones de nuestro calendario gregoriano. Esta necesidad de ajuste es un pequeño precio a pagar por la maravilla técnica y la precisión que estos relojes ofrecen día tras día, década tras década.